sábado, 14 de junio de 2008

Nada disfruto más que dormir. Hace varios días que me pasa, y es un poco preocupante. La distancia con otras cosas se me hace tan grande que ya nisiquiera dudo entre esa y otra opción, solo dormir y no pensar en nada. Hoy, hace un rato, apenas despierta vinieron algunas oraciones, como si estuviera escribiendo un post o un cuento en mi cabeza, pero mucho mas ordenado y preciso que de costumbre. Pienso, redacto resumo las ideas principaes en ese estado de placidéz lleno de culpa. Intento levantarme varias veces, pero el cuerpo no responde. Hace frío (mi casa es chica y dejé la estufa en pioto porque ayer hacía calor). Deduzco la hora, deben ser las once masomenos. Es Sábado, pero siento culpa (como tódos los Sábados en los que me despierto tarde). En ese estado de ¨entresueño¨ o como se llame, me viene un resúmen de las ideas principales de momento, de la semana. Pero vienen claras, ordenadas, redactadas. Todo en mi cabeza mientras quiero levantarme y me hundo en la cama una vez más. Pienso en todos los ¨no puedo¨ que útimamente son tantas cosas, más autoimpuestas que ajenas. Entonces empieza ese círculo de endogamia o encierro, que es como el de hundirme en a cama con esas dos sensaciones que parecen tan opuestas, pero que una no excluye a la otra. Pienso en los mails que tengo que contestar y no puedo, en los llamados que tengo que hacer y tampoco. Sé que todo depende de mí, que parte de la organización y eso genera más culpa, a veces. Hay mas cosas que no encajan en ese ¨todo¨ que está dado asi, por si solo. No puedo escribir, no me salen las ideas que quiero expresar y si salen, son otras cosas. El tiempo se va en cosas que no puedo agarrar mientras intento convencerme de que nada es necesario.
Suena el teléfono. Es mamá, que llama por el tema de la tele y yo aunque no lo dije, esperaba su llamado. Voz de ultratumba, respondo temblando por el frío. Me cuenta que con papá decidieron traerme la tele de lacasadelossueños y y llevarse una de las de su casa para allá, porque en a tele de allá desde lejos no se escucha y yo aca no nescesito parlantes porque se escucha desde todos lados. Le respondo que sí, que estoy de acuerdo, que una semana más, todo bien. Mamá me pregunta si estoy bien y respondo que sí, que con frío, recién me levanto, etc. Corto y me vuelvo a acostar. Me pregunto porqué estoy tan cansada, de qué y pienso en todos los cambios que fueron intencionales y en los que se tuvieron que adaptar a los primeros porque no había más remedio. Incluso así, nada es ideal. Esto de vivir y trabajar en un mismo lugar, que aunque sea provisorio, cada día que pasa confirmo que no me gusta, que necesito estar con gente aunque a veces quisiera todo lo contrario, que ningún extremo está bueno, que necesito esperar y que eso es lo que más me cuesta. Lo hablé tanto en terapia. Mientras tanto, los halagos de mi psicóloga que se repiten hace tres sesiones me levantan un poco el ánimo, pero no dejan de ser raros. Me alegra, eso sí, que nos estemos entendiendo. Y eso no implica que el proceso deje de doler, sino que hay más empatía y otro lenguaje que acepta que ella me haga comentarios sobre mi nuevo color de pelo, o que me queda bien con y sin lentes porque sin resalta mis rasgos y que tengo lindos rasgos, me dice. La última sesión con esa metáfora del espejo fue muy productiva, pero intensa. El Jueves con mamá, después de ver teles, la invito un café y le cuento. Hablamos mucho de todo, su opinión es muy necesaria en general, pero en especial cuando estoy así. le cuento incluso lo de E., lo del miedo y el cansancio y la sensación de no llegar nunca. Me dice que está bien que sea así, todo parte del cambio, que sino sería tan fácil cambiar. Pero aunque sus palabras tranquilicen, siempre pregunto lo mismo, como un acto reflejo de tantas otras charlas que terminaron igual, con la misma pregunta, para quedarme aun mas tranquila. Pregunto.

-¿Para vos está bien, digamos, lo que estoy haciendo ahora? ¿que tengo que hacer sino?
- Si hija, ya te dije. Laburar y laburar con vos, con la gente, con todo. No hay otra forma de cambiar.


Así terminó ese día. Hace un rato, por teléfono, le conté que había tenido un sueño y me contó el suyo.
Las dos soñamos con bebés: ella con uno real, que se iba gateando y no lo podía alcanzar. Yo con uno de plástico, muy parecido a uno que tenía cuando era chica, pero que sangraba. Bajaba unas escaleras, lo dejaba en la puerta de una especie de salón antiguo y subía. Alguien me llamaba y golpeaba la puerta y sabía que era por lo del bebé, que tendría que dar una respuesta. Pero yo no quería saber nada, no sabía que contestar y, entonces, me encerraba.

miércoles, 11 de junio de 2008

Estoy harta de estar al final, hasta de la burocracia, de las falsedades, de la gente que se cuela en todas las filas, para todo De haber vivido exigiéndome cosas que no podía, de flagelarme durante muchos años haciendo cosas para que oeros me quieran. Ahora y desde hace un rato que no hay chance de volver a eso. Ni a una marioneta semejante. Ni a tanta impulsividad distorsionada.
Haga como haga las cosas que hago y quiero hacer y en las que creo, las voy a seguir haciendo. Ciertas verdades no pueden ocultarse durante tanto tiempo. Tengo el pelo mas rojo y lentes de contacto. No puedo volver a hacer ciertas cosas. No soy la misma. Otros siguen siendo mejores, hasta que yo al fín sea (ni mejor ni peor, lo que soy, que es mejor). Estoy hinchada y el cuerpo me pesa. Me voy a dormir.

Azar

Momentos en los que ciertas cosas me superan (pero no tanto como antes). El no saber.
La enajenación, la insatisfacción y la autoexigencia son tres caras de la misma moneda.

lunes, 9 de junio de 2008

Ese aparente tsunami de recuerdos de la semana pasada que no supe ni pude expresar como en realidad lo hicieron las fotos y las canciones por sí mismas, cuando me acordaba todo eso que se ligaba cona A., mi amiga que viajó y de quien volví a saber. Conectarme después de todos esos recuerdos, manteniendo todas nuestras distancias. Sin que nada se convirtiera en símbolo de otra cosa relacionada con la melancolía ni que signifique nada que hubiese querido volver a vivir, la acción que se produjo fue la de remitirme con alegría, de una vez, al presente. Pero no a cualquiera: a uno mejorado por el pasado. A uno renovado y limpio que no quiere volver a recordar así, en la misma dirección ni con la misma intensidad, que no lo necesita porque siente (o, mejor, sabe) que falta mucho por vivir y que lo mejor todavía no llegó, pero hay que hacerle lugar para que aparezca (sino, capáz que no viene porque piensa que no hay lugar y nada que ver).
Me deshago de los restos y los miro agradecida, pero mas por haberme dejado este presente que todavía no conozco, que voy descubriendo y haciendo mientras vivo, aún cuando intento decirlo con palabras inadecuadas, edulcoradas como ahora. Las dejo salir, es una manera más de vaciarse. Porque para llenarse primero hay que vaciarse y para vaciarse hay que saber o expresar (de las tantas maneras posibles). Y lo que se expresa se sublima, se transforma y sale de uno. Es como un eco, no importa la intensidad ni la forma. Emitir un sonido que se amplifica en el aire. Ni las cosas ni los que las significan son las mismas en pleno proceso de transformación: las palabras y todo lo que designan tiene un peso menor, como si hubiesen lavado de sentido, porque a veces los hechos importan mas que las palabras y son tan poderosos y mudos que no peuden decirse. Lo real se eleva por encima de lo que fue y en ese acto rejuvenece y se libera. Se transforma (ahora no está tan cerca e invisible: se aleja y se puede ver mejor). Claro, las reacciones no pueden sejar de ser viejas (son como espejusmos, primitivas), pero nada importa como antes, ni de esa manera. Es real y tanto mejor, fruto de intentos, de trabajo intenso sobre y con uno, es experiencia del desnivel (el propio y todos los ajenos que se vuelven uno y la experiencia). Es lo invisible entre lo visible.
El poder objetivar como lo mejor que podía pasar, aunque no tenga ni pálida idea de adonde pueda llevarme (¿alguien lo supo, lo sabe?): descartar lo que sí sé que ahora no va, que no hay manera o aunque sea un intento mas (pq todos sabemos cuando algo no va y cuando da para un poco más), lo que por pereza arrastré durante ese lapso de tiempo y se adhirió de tanto estarse ahí, sin saber que función cumplámos el uno para el otro (la cosa para conmigo y viceversa). También me doy cuenta de que si no está puede venir otra cosa mejor y así desapegarse de lo viejo que no entiendo, desambiguar y, de la manera mas global posible, simplificar. Esa limpieza que agiliza los procesos y nos descubre mas livianos, mas tranquilos y mejores.
Pero antes no era, no pudo ser antes, porque tenía que ser otra cosa para que después venga lo que es ahora. Y aunque me enrosque al querer decirlo, contradiciendo la idea, prefiero hacerlo con las palabras por fuera que reproducirlas por dentro. Una vez más y como sea, hay que simplificar.

martes, 3 de junio de 2008

Un clavo saca otro y así (no hablo de chicos precisamente, sino de cosas). Chiches tecnológicos + la vida + circunstancias en general. Focalizar una y otra vez hasta darse cuenta lo importante, mientras escribo bajo el tinte que puedan dar las primeras canciones de Dark side of the moon, de Pink Floyd. Acordes malgastados (también por dentro) y ataques adolescentes contra uno mismo. Casualidades que no lo son, como el reencuentro con Mecha en un 168 un Jueves a la noche hace masomenos un mes, la charla casual que me alentó a dar S. y A. del A. y ahora como se puede mientras todavía me adapto al ritmo de Salguero capicúa, mientras algunos amigos se reciben, otras reciben becas y se van a Francia, otros ganan premios y yo me emociono. Aparece la idea de autogestión con la pequeña S., ese sueño algunas veces charlado, difícil ero no imposible. Propongo ver, con tiempo. S. es amiga de la vida y, a veces, cuando hablamos me resurgen imágenes de ese antes por instantes (incluyo la despedida de A., todo ese pre Israel, todas esas noches por las esquina de Flores, los recuerdos de A. se potencian justo ahora pero ella está tan lejos, somos y fuimos tan distintas, tan la antítesis que genera misterio que, ¿para qué? para algo existen los recuerdos inevitables. Creéme, los mas fuertes estan por Flores.
Espero el cambio. Una y otra vez al punto cero. Transmuto. Sueño cosas imponentes y pienso una vez mas en la teoría de las vidas pasadas porque es muy improbable que alguien toque el piano y recrée un ambiente clasicista con letra inglesa justo en esa hora de la mañana. No sé. Me aparecen imágenes del C.B.C ., como si fuera poco. Por momentos creo haber readquirído el rol de retroceder (emotions included) y eso presupone varios mieditos. Incluso esa actitud cambió, y por completo. Ya casi nada representa ni es lo mismo que antes. Se nota. Incluso a niveles profundos. Me da miedo, me libera, me confunde. Llas madres jóvenes pasan con sus carritos de bebés, aunque sean las once de la nochede un día cualquiera. Ahí, una baja un poco y empeiza a ser quien es posta.